La madera no sabe
del cuerpo que la trabaja.
Un cielo marrón de intemperie
que la cubre del agua.
Por debajo, otro mundo,
calles de insomnio y treinta y tres escalones
que cierran el hueco del hambre.
Afuera todo es distinto,
el pueblo mastica soledades,
mientras se escapa por adoquines que le marcan el paso.
La esquina es un nuevo horizonte,
la noche lleva el lucro en las agujas,
deberá volver antes de que amanezca.
viernes, 19 de octubre de 2007
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2 comentarios:
los cristianos lo pasaban mejor que los romanos, cierto?
Quizás, pero lo que es seguro es que los griegos la pasaban mejor que todos. Gracias por la visita. Un beso
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