miércoles, 10 de febrero de 2010

Tres poemas

* Nota previa: el Blog nunca se caracterizó por la regularidad de las publicaciones y en esta ocasión voy a publicar más de un poema, ya que no actualizo hace mucho tiempo.

De las formas posibles...

De las formas posibles,
de los mundos posibles,
nos ha tocado éste.
En una creciente evolución
hemos aprendido a ver las cosas,
las realidades de la realidad, las caras secretas del hombre.
Creo, que no hay otro modo,
aprender es ver,
ver por ejemplo la figura de la bandada en el pájaro,
el hombre solo en la multitud,
o la multitud en el hombre.
Hay formas invertidas en las cosas,
sombras que absorben los objetos…
En éste intento de entender el mundo, soy.
En él soy la vida que perdura,
Soy la imagen que se desnace en un fuego interno.
De un instante a otro he aparecido en este mundo,
pero importo sólo en la medida en que pueda descifrar las cosas.
Ésa es la señal,
el camino de lo justo.
Lo único que puede salvarnos es la continuidad de la creación,
un objeto que de vida y nos mate en el mismo momento.



El Borde


La voluntad de un hombre
puso a un pueblo bajo un puente.
Los sin suelo, ven la luz
a través de las hendiduras de acero que forman su cielo,
de vez en cuando llega un sol lineal hasta ellos.
Cuando están contentos
alzan su espíritu
y cantan un canto ciego,
una voz sin fronteras, ni territorio
que arrastra las plegarias de todos sus nombres
y vuelve en forma de luz entre las vigas del puente.
Cuando su canto es triste,
la luz forma sombras oscuras,
personajes mitológicos de cien brazos y cien piernas
que bailan al unísono el ritmo de la miseria.
Todo esto ocurre en el borde,
mientras, el núcleo ordena callar la voz,
abrir las compuertas de un dique para llevarse el baile y el canto,
y que los cuerpos floten a la deriva por semanas o meses
hasta encontrar otro suelo
en el que su canto pueda aliviar
el brote de la miseria.


Inventar el cielo

Un hueco de luz
traza una línea desde el cielo
hasta el borde de la mesa.
El poeta,
que escribe sin ver la luz,
asciende en ella.
Los ojos del mundo creen haber visto un milagro
y con el tiempo consiguen olvidarlo.
A veces no hace falta ser pájaro,
ni tener alas
para inventar el cielo a medida que uno vuela,
sólo es necesario usar la palabra.