Escriba desde el límite,
marchite con asfalto las flores.
Aprenda los nuevos designios del mundo,
escriba sucio.
Unte betún en su mano derecha
ráspese los codos contra el zócalo,
camine la calle,
sea la calle.
Ponga el lente de su cámara en los baldíos,
llene de escombros su paisaje.
Tome lo roto del cuerpo
y déjelo en el cuerpo.
Por último, altere la simetría natural,
una los miembros al torso en sentido inverso,
-que su escritura sea brea-.
Porque en el margen
también hay poesía.
viernes, 6 de marzo de 2009
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