Una mosca choca repetidamente contra el vidrio.
Desde su plano externo
el paisaje es un caos ordenado,
una pila de libros,
algo de bebida y los restos de un cigarro
desparramados sobre una mesa.
Desde el plano interno,
un hombre levanta su mirada
y piensa en la despersonalización,
una mosca que choca contra el vidrio,
el ruido de la calle
y un reloj que le anticipa el tedio.
Nada de esto – excepto el tedio-
ha marcado al hombre.
La calle mantiene su rumbo,
la mosca, mientras se apoya en el vidrio,
deja de lamerse las patas
y comienza vuelo.
Adentro, el hombre prende otro cigarro
separa el humo con el dedo indice
y se quema la palma de la mano para sentirse vivo.
La mosca ignora al hombre,
éste a la mosca
y la ciudad en un bostezo los devora a ambos.
martes, 6 de mayo de 2008
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